viernes, 30 de noviembre de 2007

Sobre el orden (I)

Siempre me pareció fascinante la forma en cómo habla Saint Exupéry del orden, de la unión de los contrarios, del mantenimiento de la diversidad. Creo que sus palabras, más de sesenta años después siguen siendo muy ilustradoras, porque él escribe como un clásico, por quien no pasa el tiempo.

Porque si cada uno de tus súbditos semeja al otro, no has logrado la unidad; pues mil columnas idénticas no crean sino un estúpido efecto de espejos y no un templo. Y la perfección de tu diligencia sería, respecto a esos mil súbditos, exterminar a todos exceptuando a uno.
El orden verdadero es el templo. Movimiento del corazón del arquitecto que anuda como una raíz la diversidad de los materiales y que exige para ser uno, durable y potente, esa misma diversidad.
No se trata de ofuscarte porque uno difiera del otro, porque las aspiraciones de unos e pongan a las del otro, porque el lenguaje de uno no se al lenguaje del otro; se trata de alegrarte de ello ya que si eres creador, construirás un templo de portada más alta, que será su común medida.
Pero llamo ciego al que se imagina crear cuando desmonta la catedral y alinea las piedras en orden, por rango de talla, una después de la otra.
Cap. LXXV

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